Mi crónica de la MTBCN (UTBCN)

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Begues
9:00h, este es el sitio y la hora de salida para la MTBCN (Maratón Trail
Barcelona), en la que he participado. Mi primer Trail y la primera vez que
corra 42 km por la montaña.
Antes
de del inicio de esta prueba se dieron otras dos salidas, para dos distancias
diferentes. La de 100 km, llamada UTBCN (Ultra Trail Barcelona), y la de 69 km
llamada LTBCN (Long Trail Barcelona).




El
ambiente que se ve en estas pruebas de montaña, es diferente al que estoy
acostumbrado a ver en las pruebas de asfalto. A parte que el número de
participante es menor, pero superior a ediciones anteriores ya que al igual que
el running, el trailrunning también está en aumento. Se nota algo diferente en
la atmósfera. Ver a los participantes, equipados con sus mochilas, bidones de
hidratación, bastones, buff en cabeza y cuello, gorras, alguno con su música
para aislarse un poco, todos expectantes a la salida y salir corriendo hacia la
montaña.



Después
de esto paso a contar un poco mi experiencia en los 42 km, que no son pocos.

Tras
prepararme paso al cajón de salida, sin antes pasar un control de material
obligatorio que pone la organización. Debo llevar teléfono móvil y bidón de 500
ml. Paso sin ningún problema y ahora toca esperar la señal de salida. Algo
nervioso reviso que todo este bien, zapatillas atadas correctamente, ajustar el
cinturón a la cintura, preparar el reloj para llevar un control de los
kilómetros y el tiempo, y ver que llevo algo que comer en los tramos sin
avituallamiento.
Después
de esto llegan las 9:00h, salida de todo el grupo y a correr, que nos espera
una mañana larga. Como en toda carrera, la gente sale a un ritmo más rápido que
el que debería, las ganas de correr y el dejarse “llevar” por el resto favorece
esto.
Una
vez hemos salido de Begues, toca entrar en el Parc del Garraf, primeras subidas
y primer contacto con tierra y piedras. Corremos por senderos estrechos,
rodeados de vegetación que impiden en alguna que otra ocasión el ver las
piedras. No se puede apartar la vista del camino, un descuido puede hacer que
nos tropecemos con una de estas piedras y suframos una lesión o una caída.
En
mi caso, miraba el camino y los pies del corredor que iba delante de mío. De
ese modo veía donde poner el pie, y me podía avanzar a los posibles obstáculos
del sendero.
Como
he comentado antes, la montaña es muy diferente a correr por asfalto. Si bien
los que corremos desde hace mucho tiempo, ya sea en cursas populares, o
entrenamos por nuestra ciudad. Estamos acostumbrados a correr de inicio a fin,
aquí eso no va a poder ser, ya que en varias ocasiones la única manera de
avanzar es caminando. La dificultad del terreno, ya sea en subida o bajada,
hace que podamos correr y si lo hacemos o intentamos, puede provocarnos algún
daño. Así que, si hay que ponerse a andar para afrontar un sitio complicado se
pone una a caminar, que ya habrá sitio propicio para correr.
Dicho
esto continúo un poco más con mi experiencia por el Garraf. En el primer
avituallamiento poca gente para, situado en el kilómetro 5, y siendo únicamente
de líquido. Yo sabiendo que el próximo está en el kilómetro 15, voy tirando del
agua que llevo en el bidón. Día de calor y mucho sol, convenía beber pero controlando
de no quedarse sin agua, de ahí que la organización ponga material obligatorio.
El
recorrido tiene 5 subidas importantes: Les agulles, La Morella, les solius, la
plana novella y el Puig de la mola. En estos primeros 15 kilómetros toca
superar los dos primeros, llegando a una altura de cerca de 600 m en La
Morella.
Caminos
entre vegetación y piedras, y una bajada hasta el 15. Dónde está el
avituallamiento. En este punto aprovecho para comer algo más, un gel y algo
sólido acompañado de agua. Comprobación de que todo este listo, y venga a por
la tercera subida, Les Solius de unos 500 m de altura.
El
desgaste se empieza a notar, y el esfuerzo y ritmo iniciales empiezan a hacer
mella. Esto acompañado del calor y el sol, acentúa el cansancio.
Sigo
avanzando, algunos tramos donde se puede correr y en otros es necesario el
caminar. Preferible eso a tener un susto que pueda suponer retirarse. En un par
de ocasiones he tenido aviso, un pie mal puesto, una piedra que no estaba
asentada, o un arbusto que se engancha en la malla y nos desestabiliza. Por
eso, mejor avanzar tranquilo.
Superado
el kilómetro 20 empiezo a notar unas molestias en la rodilla izquierda, no
impiéndome correr pero sí bajar con comodidad. Intento no preocuparme, e ir
avanzando con algo más de calma en las bajadas, mirando de no forzarla.
Intentando
pensar en otras cosas que no fuese la rodilla, llego al punto de inicio de
subida al Puig de la Mola. Subida dura y larga. Aquí si que no se puede correr,
con calma y poco a poco. Algunos corredores me avanzan, pero eso da igual yo
quiero ir con calma y gastar fuerzas, las cuales ya están algo justas. Una vez
arriba, trago de agua, y el último gel que me quedaba. Ahora toca darlo todo
hasta la meta, situada a unos 10 km 
(aprox.).
Bajada
tranquilo, ya que el dolor no se pasa, y llegada al último avituallamiento
donde relleno el bidón, y pienso que únicamente quedan 6 km. Venga que la meta
está cerca, un pequeño esfuerzo y ya está!
Echo
un trago de agua y afronto el último repecho, que al lado de los anteriores no
es mucho, pero a estas alturas de la prueba incluso la piedra más pequeña es un
obstáculo difícil de superar.
Bueno
pues ya llego a Begues, tras casi 5 horas por la montaña. El contacto con el
asfalto de las calles se hace raro, diría que casi lo echaba de menos. Al final
de la calle se ve el arco de meta, cerca del cúal se encuentra mi hermano, dándome
ánimos.
Tras
cruzar el arco de meta, abrazo con mi hermano, y con unas ganas enormes de
descansar un poco. Tomar aire y ver al resto de la familia.




Hasta
aquí mi humilde crónica de mi MTBCN, mi primer prueba de montaña, un estreno de
42 km con 1500m de desnivel.




La
experiencia ha sido buena, era un tipo de prueba en la que quería participar
desde hace tiempo. Decir que he sufrido, por el número de kilómetros, por el
terreno al que no estoy acostumbrado, por las molestias en la rodilla, por
momentos en la carrera en los que te ves solo.

La
dureza de la carrera no está solo en lo físico, que es importante, sino también
en lo psicológico. Tramos en los que no hay nadie cerca, únicamente tú y un
camino en la montaña.
Pero
también tiene cosas positivas, el contacto con la naturaleza, el disfrutar
de la montaña, y el practicar un deporte que me encanta.
Durante
la carrera iba pensando “¿estás seguro que quieres hacer alguna prueba más de
este tipo?”, “¿para que te metes a hacer esto?, pero ahora que ya la he hecho
eso ha cambiado. Ahora pienso en prepararme más y no cometer los errores que
haya podido cometer, y mejorar.
Así
que casi seguro volveré a la montaña.



por @milem_tw
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