Crónica Cursa de l’Amistat 2015
Hoy 1 de noviembre corrimos la «Cursa de l’amistat» 2015, cursa que une Montjuic con el Tibidabo a lo largo de 16 km. Varias son las cosas que diferencian a esta carrera del resto que se celebran en Barcelona. No se realiza control de tiempos por chip, sino que se toma el orden de llegada en meta. La inscripción es gratuita, únicamente debes hacer entrega a la hora de la inscripción de una bolsa que contenga, una botella de agua y algo dulce o salado. Siendo estos los productos que se entregarán a los participantes a su llegada. Y lo mejor el ambiente, se nota el trabajo y esfuerzo de los voluntarios y encargados de la prueba. Si se tiene la oportunidad de correrla, vale la pena.
Con esta introducción, doy paso a mi crónica.
La salida se ha dado a las 8:00h desde el Castillo de Montjuic, donde cada corredor se pone donde puede. Sin preocupación de coger un buen sitio, ya que no hay dorsal por tiempo, ni control de tiempo.
Empezamos en una bajada larga, muy larga donde el grupo de 800 participantes (aprox.) empieza a estirarse. Bajada rápida donde se pueden avanzar muchas posiciones.
Ya en terreno más plano, es momento de buscar un ritmo cómodo y regular las fuerzas, que la subida hasta el Tibidabo se puede hacer muy larga. Los grupos de corredores cada vez son menores, y donde el cansancio ya se empieza a notar. Creo que he estado corriendo solo desde el kilómetro 9, precedido por un corredor que no había manera de recortarle distancia. Pero siempre a la vista.
Tras dejar la calles de Barcelona, en la Plaza Borrás era momento de comenzar a subir hasta Vallvidrera, donde empieza lo duro. No es que antes no hayamos subido, pero es a partir de ahí donde se inicia lo complicado. Ya sea por la subida o por la acumulación de kilómetros corridos.
Si antes miraba de regular un ritmo, llegado a este punto con más motivo, acortando el paso y marcándome pequeños objetivos. De vez en cuando echándole un vistazo a la antena de Collserola, pero todavía se veía muy lejos, por lo que tocaba seguir corriendo y no parar.
En esta ocasión he hecho algo que no hago en las carreras de asfalto, y esto es parar a orinar. Esa sensación me estaba molestando y no me dejaba concentrarme, así que he tenido que parar. Con la consecuencia de perder de vista al corredor que me precedía, y siendo adelantado por otro corredor que venía por detrás. De nuevo en el asfalto y más cómodo, más ligero, he rebasado al corredor que me adelantó volviendo a recuperar mi posición.
Llegado a Vallidrera esperaba la subidita que tantas veces he hecho en bicicleta, y que hace apretar los dientes. Imposible no ir lento en ese tramo.
Superado ya ese punto, queda afrontar los últimos kilómetros, pensando ya en la llegada. ¡Esto ya está casi hecho!.
Momento de entrar en el parque del Tibidabo, en la recta que acababa en el arco de meta. Allí estaban organizadores, voluntarios, familiares, gente animando y felicitando a cada uno de los corredores que cruzábamos el arco de llegada. Cosa que se agradece tras el esfuerzo realizado.
Finalmente hice un tiempo de 1h12’27», mejorando el tiempo de la participación del año pasado, 1h13’26». Y quedando en la posición 21, frente a la 34 de la edición anterior.
Como he dicho en la introducción de esta entrada, es una prueba my recomendable, ya por el recorrido como por el ambiente de la organización.
Crónica de @milem_tw
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